Maastricht, la historia de un ERASMUS

¡Buenas!

Después de mes y medio de experiencia holandesa, me atrevo a describir un poco lo que es la vida por estos lares.

Maastricht es una ciudad al sureste de Holanda, por lo que limita con Bélgica y Alemania, lo que facilita los viajes. Y no puedo hablar de Maastricht sin hablar del precioso río que lo atraviesa, dividiéndola en dos mitades.

 

Es una ciudad muy cuidada y organizada. La mayoría de las casas son las típicas con su tejadito, su césped cuidado y sus inexistentes cortinas que te dejan hacer turismo dentro de la casa. Algunas aceras tienen simbolitos para señalar el buen rollo que impera en el lugar.

Hay que decir que es un tanto carilla (el tabaco cuesta cinco eurazos, el autobús dos y pico y la cerveza dos). Plagada de estudiantes, de gran belleza arquitectónica y rebosante de historia (la ciudad más antigua de aquí con Nimega, que, por cierto, fue de España 50 añitos), es sólo relativamente buena para el amante de las fiestas de madrugada (los pubs cierran a las 2, y lo único que queda abierto es una discoteca cani llamada «ala», de música pachanguera y testosterona rebosante).

Sin embargo, es una ciudad curiosa para el deportista, el músico o el fotógrafo.

Está entera rodeada de carril bici, y como es todo plano (como to Holanda), la ciudad está llena de ellas. Gran parte de la población estudiantil suele comprarse una, de primera o segunda mano (éstas últimas de procedencia dudosa). La mía la compré a un negraco de 2 metros de ancho y largo llamado «Manolito» (cuan irónico), que me invitó amablemente a su casa dónde probablemente roba las bicis y descuartiza al acreedor. Te acostumbras rapidísimo a llegar a todos sitios en bici, y cuando estás to ciego de la fiesta es la mar de divertido volver a casa.

La gente, por regla general, es rubia, alta y blanca de piel. De modales muy corteses, su manejo en el inglés es perfecto, lo que se agradece, porque el neerlandés no lo entiende ni el que lo inventó (que pa pegarle, por cierto). Estereotipando mi experiencia, podría decir que la mayoría tiene un nivel adquisitivo alto, y por tanto, la cantidad de semipijos/as que puebla sus calles es ingente, aunque hay de tó (menos vagabundos. No e visto ni uno todavía, quizá le regalan una casa por tal de no vagabundear). Se nota también la inmigración, y la parte más marginal que siempre anda en grupitos rollo «canis» son los turcos, de los que hay a patás (y son los que venden los «kebabs»).

El tema de las drogas, algo que a todo el mundo le viene a la mente cuando piensa en Holanda [illo illo tu en ahterdan tor dia fumando canuto no?], se lleva con absoluta normalidad. Legalmente, la distribución y el consumo de «hierba» por ejemplo sólo está permitido en los «coffee shops», pero la realidad es que la gente, mientras no moleste, consume donde le venga en gana, sin problema. La venta también parece llevarse de un modo relativamente libre, teniendo en cuenta que he visto a 3 policías contados en el tiempo que llevo aquí.

«Allí una jartá de frio, ¿no?» me preguntan algunos. Pues después de unos días de clima templado, el tiempo de este pueblo del sur de Holanda parece ser tirando a fresquete, y aún en mitad de otoño hay que empezar a ser osado para salir sin guantes. Lluvia fina y por ahora intermitente. Esperando no convertirme en un pequeño muñeco de nieve, me compré un condón gigante que hace el apaño de impermeable.

La universidad es una pasada. Verdadero motor económico, social y cultural de la ciudad, su calidad en servicios dejaría en pelotas a cualquier universidad española. Por ejemplo, creo que la facultad de Psicología de Granada cabría en la cafetería de la de aquí. Se imparte un sistema de enseñanza llamado PBL (aprendizaje centrado en el problema). Las asignaturas sólo duran un mes, y como mucho puedes apuntarte a dos por mes. La clase suele ser un pequeño grupo de 12 personas en una mesa redonda. Se plantea un problema y tenemos que desgranarlo, analizarlo, estudiarlo, discutirlo y exponerlo, to esto en inglés (wapizimo). Pero bueno, si la dinámica del grupo es buena se aprende una infinidad más, aunque también tienes que trabajar más.

Ah, se me olvidaba. Hay una librería chulísima en el centro que ¡es una antigua iglesia!

Bueno, uniendo todos estos ingredientes y calentándolos a fuego lento, espero y deseo degustar una experiencia maravillosa.

Ya iré contado cositas.

Pgcgc

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Hello world!

¡Otra vez aquí! Una vez más siento ese cosquilleo en el estómago de escribir un poco. Trataré de esforzarme (probablemente en vano) por depositar hebras de mi imaginación y pinceladas de mis recuerdos.

¡Hasta pronto!

Pgcgc

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